Aviso del Cronista.

La caída de Valaquia Prima es un conjunto de relatos estructurados como una novela río sobre los sucesos que acontecen en ese planeta ambientado en el universo ficticio de Warhammer 40.000.

El creador de este blog solo tiene el objetivo hedonista slaaneshiano de pasarlo bien y hacerlo pasar bien a quien pueda leerlo. Sus relatos están hechos por fans y para fans de los fantásticos juegos de Games Workshop y por tanto no es para nada oficial ni está respaldado por susodicha empresa, no pretendiendo con ello afrentar su posición ni menoscabar su trabajo.


Pensamiento del día.

martes, 30 de marzo de 2010

Hellsing. Órbita sobre Valaquia Prima. 07

El inquisidor se hallaba sentado en un pequeño trono antigravedad, en el más cómodo compartimento de la nave de descenso que le llevaría a él y su séquito a la superficie de Valaquia Prima. El compartimento era una antigua batería de armas desmanteladas para obtener más espacio y cerrada con plastiacero transparente quedando convertida en un observatorio, un lugar de honor e increíblemente privilegiado para ser testigos del descenso.
Lucca, a su lado, se frotaba el brazo metálico como si le picase, en un gesto que el viejo inquisidor conocía bien. Aquel hombre que había luchado en decenas de campos de batalla, que había afrontado sin dudar monstruosidades alienígenas a lo largo de una larga carrera junto a él, se intranquilizaba por una cosa tan sencilla como una entrada atmosférica en una nave de descenso.
Una vez, tras la gigantesca actuación en Mielir III, Hellsing le había preguntado por qué. Allí el gigantesco guardaespaldas no había dudado ni un momento en entrar en una cápsula de desembarco rápido entrando en la atmósfera a velocidad meteórica al mando de una escuadra de castigo de cruzados imperiales (en opinión de Hellsing una banda de locos) confiando solo en un mecanismo anticinético que el Mechanicum introdujo experimentalmente en la cápsula. Aquel mecanismo debía protegerles de quedar convertidos en pulpa cuando los retrocohetes de freno se encendiesen a pocos metros del suelo. Fue una locura pese a este, la mayoría de los hombres murieron aplastados por su propio peso cuando la cápsula aterrizó contra el palacio de los herejes. El propio Hellsing habría corrido idéntico destino si no hubiese estado tan herido como para no poder participar en la operación, pero Lucca salió de los restos abriéndose camino través de la sangre y los huesos de sus compañeros, con su mandoble de energía ardiendo en la mano y la pistola bolter escupiendo muerte y consiguió cumplir su objetivo.
Siempre recordaría la expresión de determinación cuando depositó ante él la cabeza de Orangal.

Orangal. El tiempo no había mitigado aún el dolor de su corazón.
Se maldijo por ser un viejo demasiado sentimental.

Dedicó otra mirada al guardaespaldas. Aquél hombre le había gustado desde el primer momento.
-Prefiero lanzarme en una cápsula en un viaje a todo o nada de un minuto a tener que confiar en que ninguno de los que controlan las plataformas de defensa ahí abajo tenga ideas extrañas o lealtades problemáticas.
Aquella sencilla sentencia de aquel parco hombre le alegraba. Aun había hombres simples en la galaxia, alejados de la miríada de mentiras con la que usualmente se enfrentaba.

Sonner y Atlua miraban por los enormes ventanales por los que otrora asomasen una batería de armas láser. El interrogador consultaba los datos de una pantalla portátil supervisando la carga de los últimos pertrechos del séquito de Hellsing desde las bodegas. Ella no miraba hacia la nave, sino hacia la superficie del planeta que era su destino.
Una sirena llenó la atmósfera mientras Sonner apagaba su pantalla de datos. La voz del piloto anunció que el descenso era inminente.
El viejo inquisidor habló al guardaespaldas.
-¿Algún informe de los nuestros allí abajo?
Lucca no tuvo que consultar ninguna pantalla, lo había comprobado ya varias veces.
-Todos llegaron hace tres o cuatro meses estándar en naves diferentes. Están en posición alrededor de la zona de desembarco. Si alguien intenta cualquier tontería desde lejos podrán detenerlo. Si alguien lo intenta desde cerca…- simplemente dejó que su mano metálica reposase en la guarda de su mandoble.
Hellsing asintió con gravedad.
-Hijos míos.- dijo llamando a sus pupilos.- hagamos el juramento.
Ambos enlazaron sus jóvenes manos con las pálidas y arrugadas de su maestro, mientras recitaban a la vez.
-No tememos por nuestras almas ni por nuestros corazones pues son de ÉL y Él las protege. Sólo nuestros cuerpos pueden ser dañados pero no tememos la muerte pues en ella nos uniremos con el Dios Emperador.

sábado, 27 de marzo de 2010

¡Primer concurso de popularidad!

Bueno, parece que la cosa prospera, la historia está planteada y han aparecido los nueve personajes con los que comienza "La Caída de Valaquia Prima".
Las visitas se van sucediendo (pocas, eso hay que reconocerlo) y estamos profundamente agradecidos al feedback que nos presta con sus comentarios el lector Felix MMV, al que envidiamos profundamente (siempre desde el buen rollo ;D ) su talento para la pintura y aprovechamos para remitiros a su blog desde nuestro apartado de enlaces.

Bueno, el caso es que ya hemos planteado los personajes y la historia se fragua en nuestras cabezas y una vez que están todos a pesar de que varios simplemente han sido presentados con un único relato (Muzazhi, Ciro, Genosium) nos atrevemos a dar el salto a la interactividad con los lectores y pediros que voteis en la columna de la derecha por vuestros personajes preferidos para ver con cuales hemos hecho un buen trabajo y con cuales debemos esforzarnos más (así como aplicar un salvaje correctivo con un látigo de nueve colas al que haya escrito sobre el personaje menos votado).

Por último y tras animaros a todos a que voteis deciros que las futuras encuestas si tendrán influencia sobre el desarrollo de los acontecimientos.

Un saludo.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Genosium. Instalaciones Adeptus Mechanicum. Hemisferio Ardiente. 01

Los datos caían a su alrededor, haciéndole uno con la Sagrada Máquina. Sintió la información cubriéndolo, llenándolo de fuerza y purificándolo del pecado de la duda y la vacilación. El beso metálico lo embargaba. Su amante, la esfera de datos de Valaquia, lo llenaba como ningún otro ser humano podía complementar a otro, fuera de emociones biológicas, de las cadenas de reacciones producidas por glándulas y hormonas. Su amante era perfecta, libre de la corrupción de la carne, totalmente carente de sucias necesidades de reproducción, plegada a sus deseos y totalmente dispuesta para él. Ninguno de los otros tecnosacerdotes comprendía la Máquina como él y por eso ella le había recompensado ascendiéndolo de Genitor a Magus Biologis y dándole el control absoluto sobre el asentamiento en el hemisferio desértico del Adeptus Mechanicum y por ende de toda Valaquia Prima como Sumo Fabricador. Sabía que había otros humanos que creían poseer el poder en aquel planeta, la Máquina se lo decía, pero a él no le interesaban los autoengaños de los profanos de carne pura.
Un zumbido interrumpió la comunión. Genosium musitó una breve oración dando gracias al terminal mientras retiraba los mecadendritos de este interrumpiendo la sacra conexión. Los tentáculos metálicos, tan fuertes como para desmembrar a un hombre se plegaron con gracilidad a su espalda bajo la túnica roja que le cubría.
El joven tecnosacerdote Urian esperaba tras él. Genosium lo miró con desaprobación a través de sus espeluznantes ojos de azogue, Urian aun tenía gran aprecio a sus debilidades, apenas había modificado su cuerpo con benditos mecanismos y apestaba a miedo y emociones biológicas.
-La conexión ya se ha interrumpido hermano. Dime qué era tan importante como para no poder esperar a que terminase.
Urian tembló visiblemente ante la furia contenida en el tono monocorde que emitía el voco-emisor de bronce de su señor.
-Sumo Fabricador -su voz temblaba- llevabais 72,6 horas en sagrado vínculo. El enviado de la Santa Terra va a llegar en una hora a Colmena Alfa. Pensé que deberíais saberlo.
La poca piel que rodeaba aquellos ojos metálicos se arrugó un gesto de cólera. La roja túnica de su orden se estremeció cuando los mecadendritos amenazaron con salir de su cobijo.
Un instante después Genosium volvió a la calma de estatua que le caracterizaba. Urian había caído de rodillas con el miedo pintado en la cara.
-Si el estúpido inquisidor piensa que voy a ir a rendirle pleitesía deberá hacerlo sentado. Envía mis excusas y deja patente para sus débiles mentes que la próxima vez que me necesiten deberán rogar mi presencia con antelación.
Con un asentimiento el joven hizo una reverencia y se alejó con más prisa de la necesaria.
El Sumo Fabricador contempló como se marchaba el acólito y discurrió sobre los extraños caminos que la Sagrada Máquina utilizaba para guiar a los suyos. La debilidad de su siervo le había revelado la suya propia. Había emociones al margen del amor a la Máquina que aun se escondían en su interior, debía controlarlas para poder eliminarlas.

lunes, 22 de marzo de 2010

Vlad Draco. Aposentos de Draco en la Cúspide. Colmena Alfa 02.

Tras él las mantas de cara seda del lecho se agitaron revelando la forma de una joven que habían despertado sus palabras.
-¿Mi señor?- preguntó ella mientras entreabría los ojos, toda coquetería exhibiendo su desnudez.-¿os parece justo estar tan galante con ese uniforme mientras vuestra amada reposa totalmente desarropada en su lecho?
Vlad siguió mirándose en el espejo, ajustando el cinto de la espada alrededor de su cintura con la misma minuciosidad con que lo hizo el día que fue ascendido a oficial, hace ya tanto tiempo.
-El inquisidor va a descender en una hora, se espera mi presencia para ultimar los preparativos.
Ella se incorporó sobre el colchón. La luz del amanecer artificial brilló sobre el colgante de la casa paterna que colgaba entre sus pechos, la única prenda que la vestía y regalo de bodas de su padre al entregarla a Draco.
-¿Puedo ir esposo?-inquirió la joven con ilusión.- Todas las mujeres de la Cúspide de la colmena van a asistir, mi propio padre llevará a todas sus consortes. Podría ponerme el vestido turquesa que me regalasteis por mi veinte cumpleaños.
Él la miró con ojos helados. Le daba miedo cuando la miraba así tan frío como una roca, el soldado sin corazón, tan diferente del apasionado hombre que había compartido su lecho aquella noche.
-No.
Hizo un mohín.
-Pero mi señor, todas van...
-He dicho que no Minah.
Ella calló, aunque la frustración crecía en su interior por la negativa. Él era el hombre más importante de la Colmena alfa, y muy probablemente de toda Valaquia Prima, Minah no esperaba ser la única esposa de un personaje tan importante y tener la exclusividad de su cariño, era algo impensable, pero si que quería el reconocimiento público que conllevaba su situación. Draco, sin embargo tenía una veintena de esposas, bastantes menos que muchos nobles de la colmena, pero solo una era presentada usualmente junto a él. Voidova, la única extramundana, aquella con la que había aterrizado en Valaquia. Una arpía mucho mayor que la abuela de Minah y que sin embargo parecía ser su hermana mayor.
La joven sabía que tenía que callarse pero no pudo conterner la frustración.
-Imagino que mi señor irá acompañado de Voidova.- declaró ella, su voz goteando el inocente veneno de la juventud dolida.
No vio venir el golpe. Aquella mano envuelta en un delicado guante de piel de kark, que esa misma noche le había acariciado con tanta ternura le golpeó en la mejilla con tal fuerza que la hizo caer de la cama.
Ella intentó incorporarse, sorprendida por el golpe, pero sus brazos fallaron y volvió a caer sobre la alfombra.
Oyó la puerta abrirse. Intentó mirar quien entraba pero su cuerpo aturdido se negaba a responder.
Solo pudo oir la odiada voz de su rival.
-Estimada Minah, no hace falta que te levantes para recibirme.- dijo ella con una risita traviesa.- Nuestro esposo y yo ya nos vamos. Te prometo que te lo contaremos todo a la vuelta.
Vlad no dijo nada, y ambos se marcharon, dejándo una niña llorando en el suelo.

viernes, 19 de marzo de 2010

Vlad Draco. Aposentos de Draco en la Cúspide. Colmena Alfa 01.

Contempló sus nobles rasgos en el espejo mientras se abotonaba la hilera de prendedores de oro que cerraban el cuello alto de la chaqueta de honor. Le complacían las aristocráticas facciones que le devolvían la mirada, dignas de un busto en marmol dedicado a su grandeza.
Sus dedos se deslizaron en el interior de los guantes de delicada piel de kark mientras practicaba su encantadora sonrisa diplomática. Nadie habría sido capaz de adivinar su edad.
Ciento quince años. Un siglo como servidor del Imperio. Había tenido que mentir sobre su edad en Hanvren para poder participar en el reclutamiento de la Guardia Imperial y marchar a ganar gloria entre las estrellas. La sonrisa se mantuvo en sus labios, pero sus ojos se endurecieron mientras recordaba como había llegado a la madurez arrullado por el sonido de la artillería y el fuego laser, los largos años de endurecimiento, de batallas y sangre. Pronto había destacado entre las masas de soldados, y aunque en un principio barajaron la posibilidad de mandar al brillante muchacho a completar su formación como comisario imperial pronto se dieron cuenta de que el destino de este era ser un oficial.
Los galones fueron creciendo en su pecho tras cada batalla. Fue el mayor más joven de todo la historia de Hanvren y a la edad de 50 años ante la muerte de su predecesor el venerado alto general Eurónimo junto a la su plana mayor en la masacre del mundo Efrak, la conocida en los libros de historia bélica imperial como “Trinchera del millón de kilómetros”. Vlad Draco, coronel del Vigésimo Quinto de Hanvren recogió la espada del difunto que le fue entregada en una ceremonia planetaria y dio la vuelta a aquella guerra que había empezado antes de que él naciera.
Fue su momento de mayor gloria.

Sus dedos aferraban ahora con fuerza esa misma espada. El Imperio le había insultado. Había entregado su vida a este y le habían apartado del servicio y relegado a un puesto como Alto Señor de la mayor colmena de un mundo recien poblado. Ni siquiera le habían honrado nombrándolo gobernador planetario, habían dejado el puesto vacante y las más importantes decisiones se tomaban en espurias reuniones del Consejo de Ocho, y por si fuera poco, ahora debía ir a la recepción de un decrépito inquisidor que venía a rendirle cuentas por los fallos de mando en un mundo que carecía de figura de autoridad.
Maldijo para si con una variopinta colección de insultos sacados de una docena de mundos diferentes.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Bruce. Gigacomercio G-Mart. Colmena Beta. 04

¡Oh mierda, oh mierda, oh mierda!
La expresión del niño antinaturalmente pálido bajo aquella luz, sin parpadear, emitiendo un gemido lastimero monocorde mientras renqueaba hacia él con las manos y las mejillas tintas en sangre fresca era de un ansia tan depravada que Bruce se había quedado congelado.
¡Me va a comer!
Tartamudeó palabras tranquilizadoras pero aquel niño seguía moviéndose como si las palabras no significasen nada. Intentó moverse con todas sus fuerzas, sabedor de que le iba la vida en ello, pero estaba pegado al suelo incapaz de moverse mientras aquel niño se aproximaba con la expresión de un depredador voraz de paso torpe.
¡Dios Emperador ayúdame!
Tal vez fue aquel pensamiento el que le salvó. Tal vez el Emperador iluminó su mente y en su infinita gracia le dio la forma de salir de allí.
Haciendo un acopio de todo su autocontrol Bruce gritó la clave que activaba los servidores con uno de los esfuerzos mentales más extenuante de toda su vida.
Con monstruosos chasquidos volvieron a elevarse sobre los pistones de su locomoción arácnida y el más cercano, un servidor de seguridad apuntó su ametralladora contra el niño que estaba ya tan solo a un paso paso del aterrado vendedor.
La máquina orgánica no dudó en abrir fuego contra el siniestro niño hasta vaporizarle en una nube roja que empapó su uniforme de G-Mart.
Después, antes de que pudiese hacer nada más que asquearse por el repugnante rocío de sangre que le cubría un extraño gemido se alzó de la oscuridad. Bruce se giró lentamente sabiendo lo que iba a encontrar. Los restos a medio devorar de la madre parecían estremecerse como si aun estuviese más vida, o más bien, la idea se infiltró insidiosa en su agotada mente, como si estuviesen animados por alguna energía oscura.
El cadáver explotó ante otra ráfaga del servidor.
Por fin, cuando el servidor adoptó una postura de descanso ante la ausencia de movimientos no autorizados en la zona, las piernas de Bruce cedieron y cayó al suelo vomitando por la tensión y el asco de la escena.
Decidió mientras intentaba recomponerse que sería mejor ir a casa. Mañana tendría que dar un montón de explicaciones desagradables y además tampoco quería investigar la humedad que sentía en sus pantalones.

lunes, 8 de marzo de 2010

Hellsing. Órbita sobre Valaquia Prima. 06

Otro gesto con la vara de mando y un mensaje codificado sustituyó la imagen de la urbe.
Atlua lo estudió sin comprender.
-Lo recibí ayer.- le informó el inquisidor.- Tras él he tenido que replantear nuestra estancia en Valaquia. Tendré que permanecer más de lo esperado en colmena alfa mientras Sonner Blendeh va a sustituirte en el plan original.
El inquisidor calló, esperando una más que predecible reacción en su pupila. La conocía bien.
Ella dirigió sus pasmosos ojos hacia él incapaz de disimular la furia que comenzaba a embargarla.
-¡Es indignante!- masculló mientras se clavaba las cuidadas uñas en la palma de las apretadas manos haciendo un esfuerzo por no gritar.- ¡Sonner recorrerá las colmenas Beta y Epsilon mientras yo...!
Hellsing la miró intensamente con aquellos ojos cansados llenos de astucia y Lucca dió un paso adelante con una mano sobre la empuñadura de su mandoble en un inequívoco gesto.
Pareció que la interrogadora tenía que recurrir a todo su autocontrol, pero ante las miradas de los dos hombres se serenó lo bastante como para pedir disculopas por su exabrupto. Hellsing continuó.
-Tú, hija mía, permaneceras a mi lado para ayudarme en una misión del Cónclave.
-¿El Cónclave?-inquirió ella mientras la indignación daba paso a la sorpresa.
El inquisidor asintió levemente.
-Valaquia Prima debe pagar su diezmo a la Sagrada Terra.
Atlua lo miró sin comprender.
-El Administratum se ocupa de eso, no es labor para la Inquisición.
Otra trémula carcajada llenó el camarote de Hellsing.
-A veces pienso que no he puesto toda la atención debida en vuestra formación. Refréscame la memoria y dime qué pide el Dios Emperador a sus mundos.
Atlua recitó de memoria la oración que había aprendido hacía decenios.
-Sangre en forma de hombres para que formen sus vastos ejércitos. Sudor en forma de materiales para alimentar su Imperio. Fe y Obediencia en forma de almas para sustentar su trono.
Sus ojos se abrieron de par en par cuando por fin comprendió.
Hellsing asintió con expresión satisfecha ante la sorpresa de su pupila.
-Vienen las Naves Negras.

sábado, 6 de marzo de 2010

Hellsing. Órbita sobre Valaquia Prima. 05

El inquisidor saludó con un leve gesto de mano temblorosa la llegada de su pupila mientras sus amarillentos ojos cansados aprobaban la forma en la que Atlua se había vestido para causar la mejor impresión en su primera llegada al planeta.
Lucca, siempre a su lado, permaneció en la más absoluta inmovilidad. La aversión mutua que sentían el guardaespaldas y la interrogadora era patente en el ambiente si bien ninguno había hecho nada para que fuese explícita delante del inquisidor.
Encaró su silla hacia las pantallas de transmisión del lujoso camarote, mientras invitaba a la mujer a que se acercase. Era poco usual que hubiese tantas fuentes de información al alcance de alguien que no era miembro de la oficialía de la nave, pero una nave oficial de la inquisición ponía al alcance de los suyos todos los recursos en su caza de los enemigos de la Humanidad.
A un quedo movimiento de la vara de mando la principal pantalla mostró una imagen del planeta e hizo un acercamiento progresivo a su superficie en la zona ecuatorial, hasta que una enorme urbe llenó con sus monstruosos bloques de edificios toda la pantalla.
-Colmena alfa- dijo Atlua ansiosa por demostrar a su maestro que había sacado partido a los informes recibidos durante el viaje.
El viejo asintió.
-He decidido que será nuestra base de operaciones. Aterrizaremos allí en 1 hora estandar.-anunció con voz cascada.- Ahora mismo todos los personajes importantes están corriendo de un lado para otro como aves asustadas para prepararlo todo y los receptores de transmisiones de la nave no paran de recibir invitaciones de las diferentes familias nobiliarias para que usemos sus propiedades en la Cumbre como nuestros alojamientos.
Atlua sonrió, antes de salir ya había encargado que llevasen su equipaje a la nave de desembarco.
-Somos el respetado Ordo Xenos, mi señor, la presencia del renombrado inquisidor Hellsing honrará la casa que le acoja.
Una marchita carcajada surgió de la garganta del anciano.
-Estoy seguro de que en cuanto me conozcan mi presencia no les será tan grata.
Lucca permaneció inmóvil aunque sus ojos chispearon divertidos ante la ocurrencia cargada de un malicioso sarcasmo del inquisidor.

lunes, 1 de marzo de 2010

Bruce. Gigacomercio G-Mart. Colmena Beta. 03

Gritó el código de desactivación con una voz extrañamente aguda por la urgencia mientras contemplaba al niño tembloroso en la oscuridad. Los servidores de defensa bajaron sus armas y adoptaron una postura de reposo, como si estuviesen reposando durante las horas diurnas.
-Mierda- masculló Bruce. Solo quería desactivar el servidor que había iniciado el protocolo de eliminación, pero se había confundido y había utilizado la clave maestra aletargando a todos los de aquella zona.
Bueno, lo hecho hecho estaba, y ya no había vuelta atrás. Cuando iniciase el turno tendría que dar muchas explicaciones a varios bastardos de las oficinas pero ahora había un niño pequeño aterrado ante él.
-¿Estás bien?-le preguntó mientras se acercaba un paso a este.
El niño alzó sus grandes ojos hacia él en silencio. Parecían extrañamente vidriosos e inexpresivos con aquella luz aunque según recordó su madre había comentado algo sobre unas fiebres. Tenía todos los labios y mejillas manchados de mermelada de tomate de un bote que parecía haber derramado por el suelo.
Bruce maldijo otra vez. Tendría que limpiar eso, y para ello tendría que recorrerse la mitad del puñetera subsector del gigacomercio, rebuscar en la oscuridad una puñetera escoba, después tendría que hacerse cargo del puñetero niño y llevarlo con su requetepuñetera madre. No llegaría a la fiesta con Hecter ni Elga ni el resto de las chicas, y probablemente tal y como estaba la colmena hoy tendría suerte si conseguía dormir un par de horas antes de que tener que volver a G-Mart. Había días que era mejor no levantarse.
El niño levantó la vendada mano manchada de mermelada y Bruce dio otro paso para cogerlo en brazos mientras le preguntaba donde estaba su madre.
Se quedó congelado a medio camino, acababa de descubrirlo. Lo que el pequeño tenía por la cara no era mermelada de tomate y desde luego no había salido de ningún bote.
El cadáver a medio devorar de la mujer

Jamás en toda su vida había visto algo tan aterrorizador como la expresión del niño, una sonrisa traviesa enmarcada de rojo que se transformó en una mueca llena de un hambre que jamás podría saciarse mientras caminaba hacia un Bruce congelado por la impresión.