Aviso del Cronista.

La caída de Valaquia Prima es un conjunto de relatos estructurados como una novela río sobre los sucesos que acontecen en ese planeta ambientado en el universo ficticio de Warhammer 40.000.

El creador de este blog solo tiene el objetivo hedonista slaaneshiano de pasarlo bien y hacerlo pasar bien a quien pueda leerlo. Sus relatos están hechos por fans y para fans de los fantásticos juegos de Games Workshop y por tanto no es para nada oficial ni está respaldado por susodicha empresa, no pretendiendo con ello afrentar su posición ni menoscabar su trabajo.


Pensamiento del día.

jueves, 1 de marzo de 2012

Atlua. Apotecarium mayoris. Colmena alfa. 11

Respecto a Lucca... seguía allí, sin apartarse del lado del inquisidor.
El guardaespaldas permanecía en pie, con su adusta mirada contemplando las fluctuaciones que las pantallas de datos de las máquinas de soporte vital ofrecían.
No se había apartado de su lado ni un solo instante, sin pronunciar casi ni una palabra, y saludando la llegada de la interrogadora con un leve asentimiento.
El desprecio de Atlua se incrementaba.
Aquel hombre era como un perro, patéticamente fiel al amo, permaneciendo a su lado en todo momento ya que era todo lo que le definía, la mente detrás de sus músculos.
Que no hubiese sido tocado lo más mínimo por la disformidad era una muestra más de su escasa inteligencia. El caos precipitándose sobre el mundo había pasado a su alrededor, sin molestarse en intentar apoderarse de él, pues no merecía la pena.

Con un elegante gesto ensayado para la alta nobleza del Imperio apartó la gamuza con la que el guardaespaldas se lustraba el brazo metálico y se inclinó sobre el inquisidor.
Su rostro era una masa de apretadas arrugas, y sus ojos cerrados por unos párpados aun jóvenes mostraban como sus ojos se movían rápidamente mientras su cerebro luchaba por volver en sí.
Ella se concentró e intentó enlazar sus mentes. Tocó el interior de Hellsing con cuidado y notó como se plegaba sobre sí al fondo de un abismo de oscuridad.

Había sido una reacción instintiva. Cuando la disformidad entró en el mundo él se había puesto a salvo en un rincón de su mente aferrándose a todo aquello que le definía.
Atlua soltó un pequeño gemido. Había dolor. Mucho dolor. El suplicio era aquello que definía al inquisidor. Y su profundidad la llenaba de espanto.
Aquel hombre se había hecho a sí mismo forjándose en el tormento. Era su armadura y su fuerza. Sintió una enorme angustia al pensar en lo que había sufrido, en todos los sacrificios que había hecho en nombre de un bien mayor. Y temió que aquello podía haberle pasado a ella.

Suspiró y abandonó el contacto mental. No había reaccionado. Se había hundido demasiado en su interior y solo el Emperador podía traerle de vuelta.
Lucca la miraba con el ceño fruncido y la mano de nudillos tensos aferrando la empuñadura de su mandoble.

Ella se marchó sin dirigirle una sola mirada.

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