Aviso del Cronista.

La caída de Valaquia Prima es un conjunto de relatos estructurados como una novela río sobre los sucesos que acontecen en ese planeta ambientado en el universo ficticio de Warhammer 40.000.

El creador de este blog solo tiene el objetivo hedonista slaaneshiano de pasarlo bien y hacerlo pasar bien a quien pueda leerlo. Sus relatos están hechos por fans y para fans de los fantásticos juegos de Games Workshop y por tanto no es para nada oficial ni está respaldado por susodicha empresa, no pretendiendo con ello afrentar su posición ni menoscabar su trabajo.


Pensamiento del día.

miércoles, 28 de abril de 2010

Droks. Hemisferio nocturno. 05

Los lectores han hablado y su voluntad guia nuestra mano. Contra todo pronóstico el gusto por la sangre no ha dominado las opiniones y el buen rollo ha imperado con una aplastante mayoría absoluta.
Sea pues. Pese a nuestra preferencia por una buena masacre con sangre a chorros, rayos láser y aflojamientos de vejiga, aquí va la continuación de la historia de Droks, reescrita para que nadie la diñe.
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Por ahora. ;D


El grupo de exploradores avanzaba a buen paso sobre el hielo. Todos habían oído la petición de ayuda de uno de los suyos en el canal de comunicaciones.
El Alto Señor Vlad Draco hubiese castigado con severidad ese avance imprudente que se saltaba todos los puntos recogidos en el manual de recluta de la guardia imperial, pero aquellos hombres eran miembros de la Fuerza de Defensa Planetaria, habituados a una vida fácil de instrucción relajada donde solo muy de vez en cuando debían enfrentarse a grupos reducidos de pieles verdes lo suficientemente desesperados para asaltar las fortalezas de la línea Bifröst.
Avanzaban prácticamente a la carrera, sin asegurar las posiciones, sin cubrirse unos a otros, descuidando ángulos de tiro y confiando ciegamente en los visores térmicos de sus armas. Unos visores que no eran capaces de captar a Droks y los hombres de la 3º división.
Todo esto les podría haber matado. Sus cuerpos habrían quedado tendidos sobre el hielo, congelándose rápidamente hasta fundirse como estatuas con el paisaje helado. Pero ese no era su destino. Al menos no todavía.
Droks salió de su escondite a la carrera, tropezando y cayendo al suelo entre gritos de miedo. No llevaba el rifle láser, su uniforme estaba desgarrado y la sangre que había brotado de varias heridas había quemado su piel desnuda al congelarse por el frío extremo.
Todos los soldados le apuntaron sorprendidos, otro error colosal. Nadie vigilaba la espesura. Byrns y los otros podrían haber caído sobre ellos en ese instante. Droks sintió en su cabeza las irrefrenables ganas de cargar de Yurda mientras la sangre de los hombres bullía por la sorpresa.
-¡Tercera!- gritó Droks con voz embargada por un pánico cerval.-¡Soy de los vuestros!.
-¡Identifícate!.- le rugió uno de los soldados apuntándole con su rifle directamente a la cara.
-Soy el cabo Droks, explorador de la 3º división de la FDP de Valaquia Prima. Línea Bifröst, fortaleza Midgard. En misión para encontrar la 4º división.- lo soltó de tirón con la lengua trabada por un miedo y un frío que no sentía.
El soldado observó las insignias del destrozado uniforme y apartó el arma.
-¿Qué ha ocurrido cabo?
-Pielesverdes. Un enorme ejército de ellos. Capté transmisiones de la 4º a un par de días de aquí. Estaba atrincherada en una posición defendible dándoles lo suyo. Volví para informar pero una patrulla me siguió y casi me dio caza. Estaba a punto de rendirme al frío cuando os oí por el intercomunicador.
-¿Puede caminar?
Droks asintió mientras se ponía en pie sobre pies tambaleantes.
-Es imprescindible que hable con el comandante Kotra. Si la 3º no se pone en marcha esos pobres muchachos serán aniquilados.
No hubo un momento de duda. El compañerismo cegó su sentido común y sus corazones se impusieron a sus mentes.
-Síganos cabo, le llevaremos a casa.

lunes, 26 de abril de 2010

Vlad Draco. Cúspide. Colmena Alfa 03.

Allí, enlazado del brazo de su bella primera esposa, sobre la cúspide más alta de la Colmena Alfa el despiadado general que aun era reflexionaba sobre su carrera. Ninguno de sus pensamientos volvía al dormitorio donde había dejado a Minah llorando sobre la alfombra, jamás en toda su vida había mirado atrás y probablemente eso era lo que le había condenado a pudrirse en aquel mundo. Preocupado por conseguir éxitos mayores, por llevar la luz imperial a los sitios más oscuros jamás había visto las sombras que se agrupaban a sus espaldas tejiendo traiciones y tramando su caída en desgracia. Su recompensa por un siglo de abnegado servicio victoria se hallaba a su alrededor en la forma de los simples habitantes de Valaquia maravillados por la llegada de un Inquisidor imperial, grabando todos los detalles en sus mentes como si aquello mereciese ser recordado. Hacía años él, cuando aún era el coronel Draco, había reagrupado a una diezmada brigada de infantería sin mando y dirigido un enorme asalto sufriendo el fuego de artillería traidora de Efrak cargando bajo los pies de una Legión de Titanes Imperiales. La sangre y la carne desgarrada no llegaba a tocar el suelo por la increible saturación de disparos, el estruendo de las armas de los dioses-máquina dejaron sordos a más de la mitad de los supervivientes, y todos sintieron las ampollas crecer en su piel por la intensidad del calor de las armas de plasma disparadas tan cerca, como si cien soles volasen sobre ellos.
Aquello si fue glorioso, aquello si merecía ser recordado y nadie lo sabía.
Y ahora los ejércitos batallaban en la nebulosa Lucífaga y él estaba atrapado en aquél planeta.

Los dedos enguantados en seda verde de Voidova apretaron su brazo en un gesto de consuelo. Ella era la única que sabía leer en su corazón y comprendía los anhelos de su noble alma. Le devolvió el gesto tornando la dura expresión de su rostro en una de verdadero afecto.
Se alegró como un joven inexperto cuando el rostro en forma de corazón enmarcado en una rizada melena roja tornó hacia él sus ojos verdes como dos esmeraldas con una sonrisa.
-Aguanta mi amor. Nuestro deber es estar aquí, es lo que se espera de nosotros.
-Al parecer muchos han hecho caso omiso a los deberes que nosotros cumplimos.-masculló él apartando a su pesar los ojos del idolatrado semblante de su esposa, a su voz había vuelto el desprecio.
Con un gesto saludó a Augustus Berdekat, Alto Señor del Colmena Beta, que había llegado hacía solo un par de horas y que ahora hablaba a una prudente distancia con su hijo Octavius.
La enemistad entre los dos Altos Señores era algo de sobra conocidos por el pueblo llano. Augustus había llegado a Valaquia Prima con las primeras naves de colonos y a través de astutas maniobras comerciales se había hecho con el control la mayoría de corporaciones que regían aquella pesadilla capitalista que era su megaurbe. Vlad, por su parte había sido nombrado Alto Señor por el Administratum cuando el anterior gobierno de Colmena Alfa había demostrado ser incapaz de regirla. Una nave le trajo cuando aquel mundo ya había crecido mientras sus enemigos en el Alto Mando se frotaban las manos y bebían a su salud.
-Al menos han tenido la decencia de no traer al pequeño,- susurró Voidova.- dicen que es un pusilánime hedonista.
-Entonces se parece al padre.
Su esposa comenzó a contarle alguna anécdota relacionada con la oveja negra de los Berdekat pero en ese momento Eygor, su asistente, un veterano guardia imperial que había servido bajo su mando en las estrellas y que habían licenciado por quedar dañado por las heridas de guerra más allá de toda recuperación le trajo una placa de datos. Sobre él la nave terminó su última vuelta de descenso y extendíó el tren de aterrizaje.
Temmefls, el gordo general de las fuerzas de la FDP, se puso a su lado y le saludó con torpeza.
-Todo asegurado Alto Señor.-croó a través de su múltiples papadas.
Tenía el gran pecho del uniforme cuajado de medallas autoconcedidas, y en opinión de Vlad una reliquia del anterior gobierno, parte culpable de la mala gestión. Una parte culpable que había demostrado ser muy dificil de extirpar. No dudaba ni por un momento que el mutilado Eygor, pese a necesitar prótesis mecánicas de los pulmones para abajo poseía más pelotas que aquel estúpido barrigudo.
La placa de datos emitió un pitido cuando el temporizador llegó a cero en el mismo momento en que la nave tomaba tierra.
Un listado de nombres en verde pasó ante sus ojos, todos los invitados que habían sido convocados y habían acudido. Algunos nombres tenían un color morado, como el de las consortes del estúpido padre de Minah no invitadas pero que habían acudido y a las que Temmefls no se había atrevido a negar la entrada.
Solo había unos pocos nombres en rojo, y estos eran los que le interesaban. Nadie había acudido desde Colmena Epsilon, en su lugar había una representación de los embajadores permanentes en Alfa, ni tampoco el Sumo Fabricador del Mechanicum había enviado a nadie. Vlad sonrió al tener que contar con una pieza menos en el juego. Que los tecnosacerdotes se dedicasen a fabricar sus idolatradas máquinas con su bendición, así él podría dedicarse a ganar el poder absoluto sobre aquel planeta.

martes, 20 de abril de 2010

¿Qué deseas que ocurra ahora?

Como ya hemos leído el cabo Droks y algunos de los perdidos de la 3º división preparan una emboscada a la fuerta de salvamento de la 4º,los encargados de investigar su desaparición, con motivaciones más bien extrañas. ¿Serán realmente vampiros futuristas como ha apuntado Félix MMV? ¿Acabarán en un matadero-discoteca con música machacona y una extinción de incendios algo siniestra? XD

En un nuevo ejercicio de interactividad os pedimos que nos deis pistas sobre qué ocurrirá a continuación votando en la encuesta de la derecha.

Pensad que vuestras decisiones decidirán la caída de Valaquia Prima.

domingo, 18 de abril de 2010

Droks. Hemisferio nocturno. 04

La cosa que antes era el cabo Droks aguardaba agazapada en las sombras de aquel infierno helado. Apenas se movía, sólo lo suficiente para que sus extremidades no se congelasen por el inmisericorde frío.
Su intercomunicador portátil llevaba varios minutos emitiendo señales y códigos, llenando la mente del cabo de antiguos recuerdos. Una patrulla de avanzadilla de sus viejos compañeros de la 4º división se acercaba, un grupo de exploradores…
Si se concentrase en las voces podría llegar a adivinar quienes eran. Seguro que había fumado, bebido y bromeado con ellos en sus fortalezas en la línea Bifröst en su antigua vida.
Sin embargo ahora Droks no sentía ninguna camaradería por ellos. Sus verdaderos compañeros, sus auténticos hermanos, pues lo eran a un nivel que superaba todo intelecto humano, aguardaban allí junto a él escondidos en una silenciosa emboscada.
Byrns, Werte, Yurda y varios de la perdida 3º división, dispuestos a enfrentarse a sus antiguos aliados sin misericordia. Dispuestos a iluminarlos.
Antes que verlos, antes incluso que oírlos en aquel calmo desierto de cristal, Droks los sintió. La sangre pulsando en las venas, tan caliente, tan tentadora, contenida apenas por una envoltura de frágil piel tan fácil de rasgar…
Por unos instantes estuvo a punto de abandonar su escondite y cargar contra sus antiguos compañeros llevado por un frenesí inhumano. La necesidad de Yurda de hacerlo vibraba en su propio cuerpo, pero los más veteranos estaban más calmados y conseguían irradiar la tranquilidad suficiente como para contenerlos.
La voz de Byrns resonó en sus cabezas conminándolos a esperar.
Con un movimiento fluido Droks comprobó el estado de su rifle láser y después pidió ayuda por radio en la misma frecuencia que usaban los de la 4º indicando claramente su posición.
La estremecedora angustia de su voz no se reflejaba en su rostro hambriento.

viernes, 16 de abril de 2010

Muzazhi. Tierras pielesverdes. Hemisferio Ártico. 02

Dos orkos aguardaban escondidos bajo el velo de estrellas de aquel cielo perpetuamente nocturno observando la lejanía con sus ojos rojos y expresiones de concentración que parecían fuera de lugar en sus simplones rostros bestiales.
Los enormes y desgarbados pielesverdes balanceaban sus cochambrosas armas automáticas de un lado a otro apuntando hacia la negrura que les rodeaba con nerviosismo.
-Kreo ke lo dejamoz atraz.- comentó uno de ellos con voz gutural que rompió el silencio de aquel infierno helado.
-Puez yo kreo ke tendriamoz ke haberle kortado el kuello.- gruñó el otro através de sus enormes comillos.- azí al menoz no noz eztaríamoz kongelando.
Ambos habían compartido esos pensamientos un sin fin de veces, sin embargo ninguno de los dos había encontrado el valor suficiente para intentar el asesinato.
-No debimoz ezkapar. Kazkakraneoz noz machakará zi ze entera.
-Kazkakraneoz no zabe ke Muzazhi ezta loko. Tenemoz ke dezirzelo.
Los dos captaron a la vez el ruido a sus espaldas. Se giraron con torpeza y sus akribilladores vaciaron un cargador llenando la noche de estampidos atronadores y rugidos de furia.
No había nada.
-No entendi lo de la kabra. Ni ziquiera ze lo ke ez una kabra. Y ademaz me dijo ke no me veía loz kuernoz.-mientras su compañero cambaba el cargador de su arma el que hablaba se tocó su casco hecho con láminas de metal mal trabajadas y chapuceramente soldadas entre sí, adornado con la cornamenta de una bestia desconocida. Había conseguido ese casco tras romperle el brazo a su anterior dueño y estaba muy orgulloso de él y de sus enormes cuernos. El zenzei debía estar ciego para no verlos.
El otro seguía mirando la negrura parpadeando por que los fogonazos de su arma le habían anulado la visión nocturna. Su pequeño cerebro le decía que algo andaba mal, pero los pielesverdes no se caracterizaban por hacer caso a esa parte inútil de su enorme cuerpo.
-La únika forma de kombatir ez correr hazia el otro aullando y dizparando como lokoz. Para ke ze kagen de miedo y zepan lo ke lez ezpera. Nada de ezkonderze, veztirze de negro, ezperar en zilencio... ezo no va kon nozotroz, ¡ezo ez de kobardez!.-el orko escupió a un lado con desprecio.
-Y ezo de “hazer embozkadaz”... ¿ke paza zi no eztamoz en un bozke? ¿Y zi eztamoz en una ziudaz?.
De repente una enorme forma oscureció las estrellas surgiendo a sus espaldas. Dos manazas sujetaron las cabezas de los orkos fugados que soltaron un aullido e intentaron revolverse sin éxito. Los akribilladores volvieron a resonar en la noche lanzando una vana lluvia de proyectiles.
-Entonzez kanijoz eztupidoz ze llaman enziudadaz.
Y con una violencia que contrastaba con su calmo comportamiento el zenzei Muzazhi entrechocó las cabezas de sus antiguos alumnos hasta que la sangre salpicó la nieve helada y ambos dejaron de moverse.
Dejó caer los cadáveres mientras el resto de orkos salían de las sombras sorprendidos por que su maestro hubiese conseguido acercarse tanto sin que lo percibiesen como para matar a los dos traidores con sus propias manos.

Muy lejos de aquella escena, donde el sol iluminaba tenuemente el mundo, una nave estaba aterrizando en ese mismo instante, una mujer trabajaba intentando no pensar en el marido que había marchado hacia el infierno helado y un vendedor se acostaba aun en shock por los extraños acontecimientos que habían ocurrido en su tienda. Muzazhi no sabía nada de esto, y ellos no sabían nada de Muzazhi, pero todos serían piezas clave en el futuro de Valaquia Prima.

lunes, 12 de abril de 2010

Atlua. Lanzadera de descenso. Colmena Alfa. 04



El mundo parecía levantarse a recogerlos. Durante su carrera junto a su maestro Atlua había visto varios mundos de clase η, planetas donde la vida humana había devastado la superficie no con guerras, sino con su mera presencia edificando gigantescas ciudades colmenas que se habían unido en su crecimiento unas a las otras, aniquilando todo esfuerzo de la naturaleza y donde solo el hombre, los animales domésticos y los parásitos de ambos formaban la totalidad de la fauna planetaria. Sin embargo a su modo Valaquia Prima, con sus 3 únicas ciudades alejadas unas de otras impresionaba aun más. En este mundo el espacio era limitado, solo una franja de cien kilómetros en la zona ecuatorial, entre el hemisferio ardiente abrasado por el sol y el gélido besado por el frío espacial, la población estaba abigarrada en pequeños lugares, constreñida en enormes megaurbes que habían crecido en vertical.
Era algo sobrecogedor ver el inmenso desierto en el horizonte e instantes después cuando la nave completaba otra espiral observar un mundo perpetuo en la noche mientras Colmena Alfa se elevaba como una gigantesca flor cancerosa extendiendo sus agujas como si fuesen zarcillos hacia el cielo. Por unos instantes la interrogadora Blaria recordó las flores carnivoras de Vesdalp que se cerraban sobre sus confiadas presas cuando las sobrevolaban. Apartó de su mente ese funesto pensamiento.
Tras ella Hellsing refunfuñó sobre la larga travesía de descenso mientras Sonner reía entre dientes y le explicaba que era una forma local de otorgar honores a un recien llegado.
Atlua se observó con agrado en un pequeño espejo portatil. Estaba perfecta con aquel vestido rojo.
La nave se detuvo a unas decenas de metros sobre la aguja más alta en la Cúspide de la colmena. Bajo ella, en una enorme plataforma de aterrizaje centenares de los personajes más importantes de Valaquia Prima alzaron sus ojos mientras los postquemadores iban perdiendo potencia y el tren de aterrizaje se extendía. La veteranía del piloto hizo que la nave se depositase con la mayor suavidad sobre el rococemento sin alterar el velo de nubes sobre el que parecía flotar la aguja.
Mientras la compuerta se abría y el séquito comenzaba a salir, primero la guardia de seguridad, luego el personal técnico (sabios, lexicomecánicos, torturadores...) el inquisidor y sus más allegados se prepararon para el descenso.
Un pequeño pitido sonó en el transmisor de Lucca. El guardaespaldas emitió otro en confirmación.
-Confirmación en tierra. Todo preparado.
Hellsing asintió y cerró sus vidriosos ojos. Atlua notó en su mente como el viejo establecía un pequeño contacto con ella, no lo suficiente como para violar su intimidad, pero si como para poder comunicarse sin recurrir a la voz. Al parecer había hecho lo mismo con Sonner.
La interrogadora no se sorprendió. Al viejo no le gustaba hacer eso, pero ante entornos desconocidos era mejor estar preparados.
Los cuatro avanzaron por el vientre de la nave hacia la rampa de descenso en popa. Los dos interrogadores primero, luego el inquisidor y por último el guardaespaldas empujando la silla de ruedas de este con su tranquilizador chirrido de madera.
Atlua hizo una broma sobre por qué el inquisidor elegía siempre aquella vieja reliquia de madera de nal que debía ser empujada en vez de optar por las autónomas.
-Manías de viejo querida, no me lo tengas en cuenta.- Bromeó el aludido en su mente. Cuando hablaba así no tenía la cascada voz de anciano, sino que hablaba con la fuerza de un inquisidor recién nombrado ya que la mente del anciano seguía siendo tan afilada como siempre.
Sonner y ella liberaron la suyas, sondeando lo que les esperaba más adelante.
Ambos se quedaron quietos en ese instante. Debido a la comunicación no fue necesario decir nada.
Allí abajo había una mente extremadamente poderosa.

viernes, 9 de abril de 2010

Atlua. Lanzadera de descenso. Colmena Alfa. 03

La interrogadora sintió una leve nausea mientras la lanzadera de descenso abandonaba la gravedad artificial de la gran nave inquisitorial y todos pasaban al influjo de la más limitada gravedad de la pequeña nave. Trastabilló sobre sus elegantes zapatos de tacón por el cambio en su peso y sus cuidadas manos aferraron la barandilla del mirador mientras a través del cristal veía desaparecer el negro firmamento cuajado de estrellas sometido por el color enrojecido del un perpetuo atardecer mortuorio conforme entraban en la atmósfera de Valaquia Prima.
El inquisidor parecía ensimismado sobre su trono antigravedad, observando las holopantallas que un alterado Lucca disponía ante él. El estúpido de Sonner por su parte no observaba el planeta, sino que miraba como un crío la nave que se hacía cada vez más pequeña hasta que desapareció en la lejanía.
Atlua cerró sus hermosos ojos y recurriendo al don que el Dios Emperador le había dado sondeó las mentes de sus acompañantes, preparando sus habilidades para el desembarco, cuando con su visión interior espiase a los valakos para evitar cualquier sorpresa.
Mirar la mente del viejo Hellsing era como mirar una bola de acero. Endurecido por la experiencia y pulida hasta lo inconcebible la mujer no consiguió encontrar resquicios por donde entrar en ella. La mente de Sonner era mucho más débil y aunque poseía también el don psíquico, era mucho más débil que la del inquisidor y que la propia Atlua. Las emociones no controladas, las debilidades de su caracter y la falta de disciplina arruinaban sus defensas y permitían que la interrogadora leyese sus pueriles pensamientos con toda facilidad. La emoción inconteniblemente infantil por la nueva misión le embargaba y multitud de planes mal trazados bullían en ella. Además, observó la espía mental con desprecio, recurrentemente sus sucios pensamientos acariciaban la información con la que el viejo inquisidor había bromeado, sobre la proporción de mujeres y hombres.
Pasó por la mente de Lucca. El hombretón simplemente repasaba los datos de seguridad del desembarco, comprobaba a cada instante el estado de sus armas y pensaba en un mantra ridículo que le daba verguenza recitar en voz alta para calmar sus nervios ante el descenso.
La mente de un memo. Alividada se apartó de esta reprimiendo una expresión de asco.

Abrió los ojos de nuevo. El inquisidor parecía estar sonriendo desde su trono antigravedad, tal vez adivinando lo que ella había hecho. Atlua le devolvió la sonrisa como si la hubiese cogido enmedio de una pequeña travesura.
La nave abandonó su caída vertical y se estabilizó en una larga espiral descendente. El mecanismo de gravedad intentó corregir la maniobra pero solo el anciano sentado en su trono se salvó de tener que agarrarse a algo al descompensar unos pocos grados la vertical. Cuando volvió a mirar por el observatorio la colmena alfa se alzaba a sus pies para recibirla y ella supo que su destino la esperaba allí abajo.

martes, 6 de abril de 2010

¡Resultados primera encuesta!

Por fin terminó la encuesta, y el experimento interactivo con nuestros lectores nos deja buen sabor de boca.
Muchísimas gracias a todos los que emitisteis vuestros votos, nos alegra ver que el proyecto avanza y es enorgullecedor presentaros los resultados que vosotros mismos nos habeis dado.

-La medalla de oro con 6 votos es para el viejo inquisidor Hellsing del Ordo Xenos. El cansado cazador de alienígenas ocultos en la sociedad humana parece haber triunfado una vez más en su misión, y actualmente se está planteando investigar a los 3 lectores que no le votaron. Murmura algo que suena "purga con fuego".

-La medalla de plata con 4 votos cada uno se la llevan nuestra heroína Imbra, la operaria del manufactorum y Droks el soldado de la FDP fallecido en su segundo relato que sin embargo extrañamente sigue en pie y con ganas de guerra.

-Contra todo pronóstico Muzazhi el zenzei orko pese a tener solo un relato con nosotros se lleva la medalla de bronce con 3 votos. Cuando le hemos preguntado como lo ha hecho su contestación ha sido: "¡JUAZJUAZJUAZ MI KARIZMA ZE HA IMPUEZTO ZOBRE LOZ ZONROZADOZ!".

-En la zona baja de la tabla el resto de personajes se ha quedado en un multitudinario empate con 2 votos. Nuestros lectores no han querido descolgar a ninguno como personaje menos querido y eso alegra nuestros corazones, la lástima es que no podemos utilizar el látigo que habíamos comprado para el creador del personaje menos votado, y estas cosas no se pueden devolver.

En fin otra vez será.