Aviso del Cronista.

La caída de Valaquia Prima es un conjunto de relatos estructurados como una novela río sobre los sucesos que acontecen en ese planeta ambientado en el universo ficticio de Warhammer 40.000.

El creador de este blog solo tiene el objetivo hedonista slaaneshiano de pasarlo bien y hacerlo pasar bien a quien pueda leerlo. Sus relatos están hechos por fans y para fans de los fantásticos juegos de Games Workshop y por tanto no es para nada oficial ni está respaldado por susodicha empresa, no pretendiendo con ello afrentar su posición ni menoscabar su trabajo.


Pensamiento del día.

martes, 10 de mayo de 2011

Canción de hobbits y anillo.


Hoy habla Zerat Aratkal, sed buenos con él.

Todo empezó al leer este artículo de 20minutos. Las palabras me hicieron pensar en la tantas veces estúpida necesidad humana de categorizar las cosas, sobretodo cuando apenas las conocemos.

Simplemente leyendo el título recordé la cantidad de veces que había escuchado la fatídica expresión “…como Tolkien” y han sido muchas, muchísimas.

Me vino a la cabeza que cuando siendo más joven alguien se enteraba que escribías relatos y obras fantásticas había dos reacciones posibles:

La primera era mirarte raro. ¿Escribes sobre cosas fantásticas?-preguntaban con una expresión en el rostro que parecía decir: Eso es de niños, las personas sensatas y maduras escriben sobre desamor, el aburrimiento por la vida o cosas reales que puedan pasar en el mundo.

Ante esta postura simplemente me encogía de hombros, si la persona pensaba que la producción literaria no debía abordar el campo de la fantasía, sinceramente no me interesaba discutir mi punto de vista con ella.

La segunda de las reacciones era decir ¡Como Tolkien!. Y esto era también muy descorazonador. Todo tu esfuerzo, ilusión y trabajo se veían automáticamente comparados con los del autor legendario y más conocido, como si todo lo que hubieses escrito fuese un mero refrito, y no se pudiesen crear historias interesantes y originales tras El Señor de los Anillos.

Je, recuerdo una conversación en mi primer año de universidad en la que un compañero afirmaba que no había podido terminar de leer Elric de Melniboné (y estoy hablando de la primera novela la cual es sinceramente COJONUDÍSIMA creo que no hay otra palabra más clara para definirla) por que le parecía un refrito de la trilogía Tolkeniana sin elfos ni enanos. ¡Por Arioch es que hace falta ser tarugo!

Haciendo un pequeño símil con el mundo miniaturil la sensación de frustración era como pintar durante días un capitán marine espacial y cuando te lo valorasen te dijesen, “la pintura perfecta, pero te doy un 5 por que no me gustan los ultramarines”.

Para mi es inconcebible que nadie mire La Maja Desnuda de Goya y diga ¡anda una mujer pintada, como La Gioconda de DaVinci! y sin embargo es frustrante la tendencia mayoritaria a que todas las obras de literatura fantástica, sean de corte épico, trágico, realista o como se desee son comparadas arbitrariamente y clasificadas como “copias” tolkienianas simplemente por ocurrir en mundos frecuentemente con culturas medievales donde las leyes físicas están algo trastocadas. Y estas afirmaciones ya son duras cuando se hacen a título personal, pero cuando se realizan en páginas de opinión o artículos como el citado al principio de esta entrada son de traca.

Todos los autores, sean importantes y triunfadores, como George R.R. Martin, menos conocidos (como Javier Negrete o Andrzej Sapkowski, por citar los del artículo referido) o totalmente amateur como un servidor tenemos que soportar esa losa sobre nuestro trabajo. Como excepción curiosamente todavía no he oído la comparación entre ESDLA y Mundodisco de Terry Pratchet.

Tal vez por ello el género fantástico sea aún muy menor, sobretodo en nuestro país, algo que, parece ser está cambiando con el tiempo. Ojala podamos decir lo mismo de esta tendencia nuestra a hacer comparaciones que en muchos casos no tienen sentido.

2 comentarios:

  1. Podría ser peor, te podrían haber dicho que te pareces a Salvatore...;)

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  2. ¡Calla truhán!
    Con eso no vuelvo a tocar una tecla.

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