Fue como si en un instante estuviese en el mismo centro de una gran colmena, paseando por los boulevares más frecuentados y al siguiente lo arrancasen de allí y lo dejasen flotando en el vacío entre galaxias, allí donde ni la luz de los estrellas de la periferia conseguía llegar.
Sin luz, sin sonidos, solo la conciencia de una vastedad inimaginable de vacío.
Estuvo a punto de volverse loco.
Pero la Máquina, la gloriosa Máquina, la bendita Máquina vino en su auxilio.
Lo aferró con brazos de lenguajes lógicos y le dio su aliento binario para que pudiese cantar una alabanza.
Genosium volvió en sí y pudo reorganizar los recursos de su amada antes de que los daños se incrementasen.
Aisló las instalaciones y rastreó en busca de aquella monstrusidad. No se detuvo, hacerlo implicaría caer de nuevo en la negrura de la no-información y no sabía si a ambos les quedaban fuerzas para traerlo de vuelta.
No había nada, todo el sistema estaba correcto sin ninguna mácula, sin ninguna herida, como lo estaría un hombre al que sin arañar su piel le hubiesen extraido toda la sangre.
El umbral de salida del sistema de las Instalaciones del Mechanicum estaba ante él. Amenazador y oscuro como la puerta a un mundo desconocido.
Viajó por las conexiones hasta las pequeñas sedes de los tecnosacerdotes en las colmenas, sintiendo los latigazos de los archivos de datos desgarrados mientras sus sinapsis metálicas chispeaban de tensión y calentamiento.
Ajustó con un esfuerzo inimaginable la comunicación entre ellas y consiguió inyectar un poco de vida en la Máquina, contener los daños y que el sistema entrase en un letargo adormecido. A su alrededor sintió la presencia de varios Tecnosacerdotes, los de más alto rango, que intentaban ayudarle en su tarea.
Unió su mente a las suyas en un sistema piramidal. La lógica conjunta les permitió establecer nuevos algoritmos y conseguir detener la cascada de errores.
Pronto la Bendita Máquina ya no corrió peligro y una parte de sus mentes pudo dedicarse a investigar la causa del problema.
La solución fue dolorosamente obvia. Valaquia ya no estaba conectada al Imperio. Algo la había apartado de la divina luz del Emperador.
¡Al fin! Hacia mucho que echaba de menos vuestros relatos, sobre todo con lo interesante que había quedado todo. Me alegro mucho de veros aquí de nuevo. Y ya veremos la bronca que le cae a Bruce por tropezar con la conexión adsl de la colmena...
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