Los lectores han hablado y su voluntad guia nuestra mano. Contra todo pronóstico el gusto por la sangre no ha dominado las opiniones y el buen rollo ha imperado con una aplastante mayoría absoluta.
Sea pues. Pese a nuestra preferencia por una buena masacre con sangre a chorros, rayos láser y aflojamientos de vejiga, aquí va la continuación de la historia de Droks, reescrita para que nadie la diñe.
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Por ahora. ;D
El grupo de exploradores avanzaba a buen paso sobre el hielo. Todos habían oído la petición de ayuda de uno de los suyos en el canal de comunicaciones.
El Alto Señor Vlad Draco hubiese castigado con severidad ese avance imprudente que se saltaba todos los puntos recogidos en el manual de recluta de la guardia imperial, pero aquellos hombres eran miembros de la Fuerza de Defensa Planetaria, habituados a una vida fácil de instrucción relajada donde solo muy de vez en cuando debían enfrentarse a grupos reducidos de pieles verdes lo suficientemente desesperados para asaltar las fortalezas de la línea Bifröst.
Avanzaban prácticamente a la carrera, sin asegurar las posiciones, sin cubrirse unos a otros, descuidando ángulos de tiro y confiando ciegamente en los visores térmicos de sus armas. Unos visores que no eran capaces de captar a Droks y los hombres de la 3º división.
Todo esto les podría haber matado. Sus cuerpos habrían quedado tendidos sobre el hielo, congelándose rápidamente hasta fundirse como estatuas con el paisaje helado. Pero ese no era su destino. Al menos no todavía.
Droks salió de su escondite a la carrera, tropezando y cayendo al suelo entre gritos de miedo. No llevaba el rifle láser, su uniforme estaba desgarrado y la sangre que había brotado de varias heridas había quemado su piel desnuda al congelarse por el frío extremo.
Todos los soldados le apuntaron sorprendidos, otro error colosal. Nadie vigilaba la espesura. Byrns y los otros podrían haber caído sobre ellos en ese instante. Droks sintió en su cabeza las irrefrenables ganas de cargar de Yurda mientras la sangre de los hombres bullía por la sorpresa.
-¡Tercera!- gritó Droks con voz embargada por un pánico cerval.-¡Soy de los vuestros!.
-¡Identifícate!.- le rugió uno de los soldados apuntándole con su rifle directamente a la cara.
-Soy el cabo Droks, explorador de la 3º división de la FDP de Valaquia Prima. Línea Bifröst, fortaleza Midgard. En misión para encontrar la 4º división.- lo soltó de tirón con la lengua trabada por un miedo y un frío que no sentía.
El soldado observó las insignias del destrozado uniforme y apartó el arma.
-¿Qué ha ocurrido cabo?
-Pielesverdes. Un enorme ejército de ellos. Capté transmisiones de la 4º a un par de días de aquí. Estaba atrincherada en una posición defendible dándoles lo suyo. Volví para informar pero una patrulla me siguió y casi me dio caza. Estaba a punto de rendirme al frío cuando os oí por el intercomunicador.
-¿Puede caminar?
Droks asintió mientras se ponía en pie sobre pies tambaleantes.
-Es imprescindible que hable con el comandante Kotra. Si la 3º no se pone en marcha esos pobres muchachos serán aniquilados.
No hubo un momento de duda. El compañerismo cegó su sentido común y sus corazones se impusieron a sus mentes.
-Síganos cabo, le llevaremos a casa.
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Hace 8 meses
Bueno, no siempre se puede ganar JAJAJA. Aunque admito que me esta gustando el caliz que toma el asunto, a fin de cuentas, ¿Por que matar a un batallon cuando puedes comerte un ejercito entero? Os seguimos.
ResponderEliminarJejejeje, por eso hacen cajas de 20 nuggets en el McDonalds. ¿Para qué comerte 6 míseras palomas prensadas cuando puedes conducir a todas a la trampa?
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