Aviso del Cronista.

La caída de Valaquia Prima es un conjunto de relatos estructurados como una novela río sobre los sucesos que acontecen en ese planeta ambientado en el universo ficticio de Warhammer 40.000.

El creador de este blog solo tiene el objetivo hedonista slaaneshiano de pasarlo bien y hacerlo pasar bien a quien pueda leerlo. Sus relatos están hechos por fans y para fans de los fantásticos juegos de Games Workshop y por tanto no es para nada oficial ni está respaldado por susodicha empresa, no pretendiendo con ello afrentar su posición ni menoscabar su trabajo.


Pensamiento del día.

lunes, 12 de abril de 2010

Atlua. Lanzadera de descenso. Colmena Alfa. 04



El mundo parecía levantarse a recogerlos. Durante su carrera junto a su maestro Atlua había visto varios mundos de clase η, planetas donde la vida humana había devastado la superficie no con guerras, sino con su mera presencia edificando gigantescas ciudades colmenas que se habían unido en su crecimiento unas a las otras, aniquilando todo esfuerzo de la naturaleza y donde solo el hombre, los animales domésticos y los parásitos de ambos formaban la totalidad de la fauna planetaria. Sin embargo a su modo Valaquia Prima, con sus 3 únicas ciudades alejadas unas de otras impresionaba aun más. En este mundo el espacio era limitado, solo una franja de cien kilómetros en la zona ecuatorial, entre el hemisferio ardiente abrasado por el sol y el gélido besado por el frío espacial, la población estaba abigarrada en pequeños lugares, constreñida en enormes megaurbes que habían crecido en vertical.
Era algo sobrecogedor ver el inmenso desierto en el horizonte e instantes después cuando la nave completaba otra espiral observar un mundo perpetuo en la noche mientras Colmena Alfa se elevaba como una gigantesca flor cancerosa extendiendo sus agujas como si fuesen zarcillos hacia el cielo. Por unos instantes la interrogadora Blaria recordó las flores carnivoras de Vesdalp que se cerraban sobre sus confiadas presas cuando las sobrevolaban. Apartó de su mente ese funesto pensamiento.
Tras ella Hellsing refunfuñó sobre la larga travesía de descenso mientras Sonner reía entre dientes y le explicaba que era una forma local de otorgar honores a un recien llegado.
Atlua se observó con agrado en un pequeño espejo portatil. Estaba perfecta con aquel vestido rojo.
La nave se detuvo a unas decenas de metros sobre la aguja más alta en la Cúspide de la colmena. Bajo ella, en una enorme plataforma de aterrizaje centenares de los personajes más importantes de Valaquia Prima alzaron sus ojos mientras los postquemadores iban perdiendo potencia y el tren de aterrizaje se extendía. La veteranía del piloto hizo que la nave se depositase con la mayor suavidad sobre el rococemento sin alterar el velo de nubes sobre el que parecía flotar la aguja.
Mientras la compuerta se abría y el séquito comenzaba a salir, primero la guardia de seguridad, luego el personal técnico (sabios, lexicomecánicos, torturadores...) el inquisidor y sus más allegados se prepararon para el descenso.
Un pequeño pitido sonó en el transmisor de Lucca. El guardaespaldas emitió otro en confirmación.
-Confirmación en tierra. Todo preparado.
Hellsing asintió y cerró sus vidriosos ojos. Atlua notó en su mente como el viejo establecía un pequeño contacto con ella, no lo suficiente como para violar su intimidad, pero si como para poder comunicarse sin recurrir a la voz. Al parecer había hecho lo mismo con Sonner.
La interrogadora no se sorprendió. Al viejo no le gustaba hacer eso, pero ante entornos desconocidos era mejor estar preparados.
Los cuatro avanzaron por el vientre de la nave hacia la rampa de descenso en popa. Los dos interrogadores primero, luego el inquisidor y por último el guardaespaldas empujando la silla de ruedas de este con su tranquilizador chirrido de madera.
Atlua hizo una broma sobre por qué el inquisidor elegía siempre aquella vieja reliquia de madera de nal que debía ser empujada en vez de optar por las autónomas.
-Manías de viejo querida, no me lo tengas en cuenta.- Bromeó el aludido en su mente. Cuando hablaba así no tenía la cascada voz de anciano, sino que hablaba con la fuerza de un inquisidor recién nombrado ya que la mente del anciano seguía siendo tan afilada como siempre.
Sonner y ella liberaron la suyas, sondeando lo que les esperaba más adelante.
Ambos se quedaron quietos en ese instante. Debido a la comunicación no fue necesario decir nada.
Allí abajo había una mente extremadamente poderosa.

2 comentarios:

  1. Je, ya sabia yo que el aterrizaje seria interesante, veremos que hace esa mente poderosa...

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  2. Hummm, esperemos llevar este tema con elegancia y no caer en el típico fallo del complejo de superpoderes qué hemos leido en tantas novelas...

    ... y esperemos que los tiros y la violencia sin sentido pero increiblemente satisfactoria comienze pronto. :D

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