Aviso del Cronista.

La caída de Valaquia Prima es un conjunto de relatos estructurados como una novela río sobre los sucesos que acontecen en ese planeta ambientado en el universo ficticio de Warhammer 40.000.

El creador de este blog solo tiene el objetivo hedonista slaaneshiano de pasarlo bien y hacerlo pasar bien a quien pueda leerlo. Sus relatos están hechos por fans y para fans de los fantásticos juegos de Games Workshop y por tanto no es para nada oficial ni está respaldado por susodicha empresa, no pretendiendo con ello afrentar su posición ni menoscabar su trabajo.


Pensamiento del día.

lunes, 1 de marzo de 2010

Bruce. Gigacomercio G-Mart. Colmena Beta. 03

Gritó el código de desactivación con una voz extrañamente aguda por la urgencia mientras contemplaba al niño tembloroso en la oscuridad. Los servidores de defensa bajaron sus armas y adoptaron una postura de reposo, como si estuviesen reposando durante las horas diurnas.
-Mierda- masculló Bruce. Solo quería desactivar el servidor que había iniciado el protocolo de eliminación, pero se había confundido y había utilizado la clave maestra aletargando a todos los de aquella zona.
Bueno, lo hecho hecho estaba, y ya no había vuelta atrás. Cuando iniciase el turno tendría que dar muchas explicaciones a varios bastardos de las oficinas pero ahora había un niño pequeño aterrado ante él.
-¿Estás bien?-le preguntó mientras se acercaba un paso a este.
El niño alzó sus grandes ojos hacia él en silencio. Parecían extrañamente vidriosos e inexpresivos con aquella luz aunque según recordó su madre había comentado algo sobre unas fiebres. Tenía todos los labios y mejillas manchados de mermelada de tomate de un bote que parecía haber derramado por el suelo.
Bruce maldijo otra vez. Tendría que limpiar eso, y para ello tendría que recorrerse la mitad del puñetera subsector del gigacomercio, rebuscar en la oscuridad una puñetera escoba, después tendría que hacerse cargo del puñetero niño y llevarlo con su requetepuñetera madre. No llegaría a la fiesta con Hecter ni Elga ni el resto de las chicas, y probablemente tal y como estaba la colmena hoy tendría suerte si conseguía dormir un par de horas antes de que tener que volver a G-Mart. Había días que era mejor no levantarse.
El niño levantó la vendada mano manchada de mermelada y Bruce dio otro paso para cogerlo en brazos mientras le preguntaba donde estaba su madre.
Se quedó congelado a medio camino, acababa de descubrirlo. Lo que el pequeño tenía por la cara no era mermelada de tomate y desde luego no había salido de ningún bote.
El cadáver a medio devorar de la mujer

Jamás en toda su vida había visto algo tan aterrorizador como la expresión del niño, una sonrisa traviesa enmarcada de rojo que se transformó en una mueca llena de un hambre que jamás podría saciarse mientras caminaba hacia un Bruce congelado por la impresión.

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